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Era un guaracú común y corriente, negro y plateado, pero muy enamorador. Seiba para los puertos cuando las mujeres estaban allí realizando algún oficio o bañarse. Las muchachas lo consentían tirándole comida. En algún puerto siempre iba una mujer que le gustaba mucho yel para enamorarla se pintaba de amarrillo para que la muchacha lo viera bien hermoso.
 
Unos de los hombres donde vivía ella se dio cuenta de los que sucedía y para castigarlo por su atrevimiento lo dejo para siempre con las rayas diferentes a como las tenía desde su nacimiento y lo dejo nadando cerca de los puertos por toda su vida.
 
FUENTE: Vaupés Mitos y Realidad
El castigo del guaracú
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